Damos comienzo a una nueva escritura, que acontece sobre una escritura anterior, y la transforma: la Escuela Rioplatense de Psicoanálisis y Poesía comienza el camino de la trasmisión, con varias décadas de experiencia en ambas disciplinas y un nombre propio inaugural.

Construimos esta página apostando a la presencia de ustedes en el aula y en los otros espacios donde circulen ambos significantes, Psicoanálisis y Poesía, porque es esa presencia, esa insistencia, ese deseo, el que otorga sentido a la imposible tarea de la trasmisión.

Nos dice Lacan en la conferencia de clausura del IX Congreso de la Escuela Freudiana de Paris, en 1978: 

“Tal como ahora lo pienso, el psicoanálisis es intrasmisible. Es muy molesto. Es muy molesto que cada psicoanalista esté obligado -puesto que está obligado a ello- a reinventar el psicoanálisis”.

En psicoanálisis se enseña un saber que procura estar despojado de academicismo, de enciclopedismo: es un saber atravesado por la falta, por la no-erudición, por la incompletud, y por esta vía el enseñante podría alcanzar el efecto propio de lo que es, precisamente, una enseñanza.

La trasmisión es la trasmisión de un deseo, y del deseo que se trata es del deseo del psicoanalista, del enseñante, de aquel que fue “mordido” por el psicoanálisis.

En relación al psicoanálisis, el verbo trasmitir le es más apropiado que el verbo enseñar, porque el psicoanálisis es en sí mismo un discurso agujereado.

En su escrito “El psicoanálisis y su enseñanza”, dice Lacan: 

“La única formación que podemos dar a aquellos que nos siguen se producirá únicamente por la vía por la que la verdad más escondida se manifiesta en las revoluciones de la cultura. Esa vía se llama ‘un estilo’”

Un estilo, un modo particular de hablar, de escribir, un carácter propio que el artista imprime a su obra…..

En nuestro campo, el estilo en la clínica y en la trasmisión son inseparables, y si bien resulta difícil de capturar en una definición, se trata de algo a ir tallando, a construir, no es sinónimo de identificaciones imaginarias y mucho menos de impostura.

Comparte con la poesía ese adagio de que no puede enseñarse pero puede aprenderse…

Hay una anécdota simpática que Lacan cuenta en el Seminario X, cuando un analizante le pregunta por qué él se toma tantas molestias y trabajo en el asunto de dictar los Seminarios.

Ahí Lacan introduce el deseo del analista y suma el deseo del enseñante. Cuando el deseo está en juego, y el estilo es el objeto, algo de lo verdadero ligado a la trasmisión se produce, aunque sea tan difícil ponerlo en palabras.

Y como compartimos con los grandes maestros Freud y Lacan que el poeta siempre lleva la delantera, que anticipa con la verdad producida en la metáfora toda la teorización ulterior, vayamos al poeta Hugo Gola y su modo de decir, sin saber…